Si has visitado alguna vez Barcelona seguro que te diste un paseo por La Rambla, donde hay muchos kioskos de flores y sobre todo muchas estatuas vivientes.
Creo que en pocas calles encontrarás más artistas haciendo de estatua que en esa avenida que desemboca en el puerto de Barcelona. Y lo mejor es que todos los turistas colaboran con sus donativos a estos pacientes actores, así que al final del día se puede sacar una pasta gansa.
En eso debía de estar pensando Mark Jenkins cuando ideó una falsa estatua viviente que colocó en la misma calle, junto a su platillo para las monedas y dejó que la gente hiciera el resto.
Los resultados son brillantes y demuestra lo tontos que somos y lo sobrevaloradas que están este tipo de performances (yo nunca di ni un céntimo, lo siento, el que quiera ganar dinero que trabaje):
Ya me veo a más de uno este fin de semana, colocando el caballito de fisher price que le regaló a su sobrino en navidades o buscando en una tienda de segunda mano algún maniquí que no esté muy estropeado, para disfrazarlo y ponerlo delante de el Museo de Cera, mientras ves cómo van cayendo las monedas al cestillo…
Hay gente pa’tó.
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