La paradoja de los negocios con éxito que son castigados

En tiempos de crisis no hay nada mejor que apostar por el autoempleo. No te puedes fiar de ninguna empresa y lo mejor es huir del empleo por cuenta ajena, ya que ante su manifiesta incapacidad de reconducir su modelo de negocio para salir del agujero, lo que suelen hacer todas es reducir la plantilla de trabajadores (así cualquiera).

Pero si te pones a pensar en todo lo que te queda por delante si decides ser tu propio jefe, es posible que desistas antes de comenzar. A ver si me explico:

– Por algún motivo, hay algo en lo que eres especialmente bueno, y decides que ha llegado el momento de montar tu propio negocio para explotar esta virtud.
Bien, decides hacerte autónomo, te pasas las noches haciendo números para cuadrar el IVA, IRPF, los módulos, reducir gastos, pelearte con los proveedores para cobrar las facturas… Una locura que poco a poco te va dejando más calvo y más gordo, ya que tus ingresos sólo te permiten el lujo de autoinvitarte a un bocata de calamares de tarde en tarde.
Te pasas las mañanas rellenando formularios solicitando ayudas de la administración, subvenciones a fondo perdido, préstamos a bajo interés, reducción en el pago de impuesto…
Y con más pena que gloria vas viviendo poco a poco de tu virtud, con la imprescindible ayuda pública.

– Pero pasan los años y descubres que además de hacer bien aquella virtud se te dan bien los negocios. Has sabido hacerte un hueco en el mercado, los clientes te recomiendan a sus amistades, poco a poco te desborda el trabajo y decides montar tu propia Sociedad Limitada Laboral, donde eres el jefe, con 1 o 2 personas a tu cargo, que viven del sueldo que ganan gracias a que tú supiste explotar aquella virtud.
Sigues rellenando todas las solicitudes de ayuda que cae en tus manos, como estás creando puestos de trabajo te dan todo tipo de ayudas, descuentos en el pago de la seguridad social, fondos para invertir en equipamientos nuevos, publicidad…

– Como ya he dicho, se te dan bien los negocios y esa modesta S.L.L. se convierte en una pequeña empresa con 20 trabajadores, te conviertes en una fuente de empleo en tu población y ya no sólo recibes ayudas de la administración, sino que el ayuntamiento te regala el terreno para que construyas la nueva sede de tu empresa, recibes subvenciones para contratar a desempleados de larga duración, mayores de 45 años, mujeres jóvenes…

– Pasan los años y te has convertido en el empresario del año de tu comunidad. Tu virtud y tu visión del negocio te han convertido en una revelación empresarial que ahora todos quieren imitar. Decides crear franquicias que vas vendiendo por todo el país, por lo que te has convertido en un modelo de negocio que todos quieren implantar en su territorio porque absorve mucho desempleo y beneficia a la comunidad donde se implanta.
Recibes fondos de todas las administraciones, los bancos te prestan dinero con toda confianza, ganas prestigio social, ya no sólo tienes éxito empresarial sino que además te has convertido en una persona importante, tienes mesa en los mejores restaurantes (aunque tu sigas disfrutando con un bocata de calamares).

– Con el tiempo eres un gigante empresarial, tienes trato personal con los políticos más influyentes, recibes favores empresariales, accedes a fondos reservados, ya no hace falta que devuelvas las inversiones públicas, creas tanto empleo que para el gobierno te has convertido en una especie de gallina de los huevos de oro.
Pero en cambio ahora sales en la prensa del corazón, te critican en la tv aún sin conocerte en persona, inventan rumores sobre tu vida personal, te acusan de llevar una vida de superlujo y derroche (aunque sigas viviendo en la misma casa de hace 15 años y conduzcas un BMW de lo más modesto).
La prensa que recibe más dinero de publicidad de las empresas que forman parte de tu competencia empresarial, se vuelcan en una campaña de acoso y derribo, primero destruyendo tu imagen personal y luego sacando trapos sucios de tu negocio (supiste explotar tu virtud pero cometiste los mismos «fallos» que cualquier empresario).

La presión social hace que el gobierno comience a reducirte las ayudas, te aumentan los impuestos, ya no tienes acceso a tantos fondos financieros, los sindicatos se quieren hacer con el control de tu negocio mediante la manipulación de los trabajadores, tus hijos se pelean por el control de la empresa cuando tu te mueras…

– En pocos años tu gran negocio construido en torno a tu virtud se está echando a perder. Cada día tienes que pagar más impuestos, deudas y ya nadie te ayuda porque te enfrentaste a los políticos, los sindicatos y los medios de comunicación.
Cuando te mueras el negocio será desmantelado porque sin tu virtud especial ya no vale nada como negocio.

 
Tremenda paradoja, que cuando montas un negocio (aunque sea como autónomo) tienes muchas fuentes de ayuda, y en cambio si tienes éxito y manejas bien tus empresas eres castigado por sindicatos y partidos políticos.

Ante este panorama, te atreves a dar el salto y dejar de trabajar «en negro» y empezar a pagar impuestos y retenciones? Lo dudo.

Un comentario sobre “La paradoja de los negocios con éxito que son castigados

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  1. que forma mas tonta de pensar…si fuera asi, nadie seria empresario ni le iria tan bien…a veces las personas que les gustan las cosas faciles y seguras se generan ellas mismas excusas mentales antes de empezar cualquier negocio…es triste que pienses asi, pero todos evolucionamos y espero que cambies esa actitud

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