Lo que aprendí instalando un ventilador de techo

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Hay gente que recurre a un psicólogo para superar una mala racha. Otros acuden a un coach que les ayude a descubrir sus fortalezas y debilidades. Yo sólo tuve que enfrentarme a un ventilador de techo.

La culpa de todo esto la tiene el cambio climático, la crisis económica, la tiesura y una mala racha personal. Pero comenzaré por el principio.

En casa somos conscientes del cambio climático, lo notamos en los veranos más extremos y las facturas de la luz más elevadas. El aire acondicionado es lo único que nos ayuda a sobrevivir a los veranos del mediterráneos, esos de 35ºC pero una humedad insoportable que te hace sudar como un pollo.

Pero un verano que estuvimos haciendo turismo por el norte de España, acabamos en una casa que no tenía aire acondicionado. Al descubrirlo estuvimos a punto de irnos de allí. No creíamos que podríamos sobrevivir al mes de agosto sin nuestro adorado aire.

Pero resulta que en la casa había muchos ventiladores de techo, en todas las estancias. En los dormitorios había algunos más pequeños y con luz, y en el salón había uno enorme que se convirtió en nuestro nuevo amigo favorito. Qué gozada fue dormir la siesta bajo el frescor de ese ventilador, estando en el norte no había tanto calor fuera, pero es que la sensación era de lo más placentera.

Así que cuando llegamos a casa comenzó la operación «Ventiladores para todos». Y comencé por lo fácil, sustituir las lámparas de los dormitorios por unos ventiladores muy parecidos a los que habíamos disfrutado ese verano (si tienes curiosidad, compramos 2 ventiladores de techo como estos).

Fue gloria bendita, el pasado verano creo que usamos un 80% menos de aire acondicionado que otros años. Evidentemente los días de mucho calor no quedaba más remedio que cerrar puertas y ventanas y poner el maravilloso aire acondicionado (Carrier, pocas estatuas te hemos dedicado en el mundo). El resto de días sobrevivimos bajo el ventilador, algo que agradecimos mucho en forma de factura de la luz.

Pero había un problema, en el salón no era tan simple como sustituir la lámpara por un ventilador. Somos de esos españolitos que tenemos focos halógenos en el techo (halógenos eran en su día, ahora ya son todos LEDs, claro), no hay una gran lámpara en el centro del salón. Había que hacer obras. Ojo que se viene drama.

Ahí me ves a mi, con muy pocos conocimientos de bricolaje, revisando todos y cada uno de los videos que hay en Youtube donde te explican lo fácil que es crear un punto de luz en el salón. Parecía muy fácil, en 15 minutos estaría hecho el agujero en el techo, muy fácilmente habría pasado el cable por el tubo corrugado y todo estaría funcionando.

Hasta que te pones a hacerlo, claro. Ese día descubres que los videos de Youtube están hechos para gente que vive en casas muy modernas, no en la nuestra que tiene falsos techos hechos de escayola y estopa. Con mil cables pasados de un lado a otro durante los últimos 50 años. Y por supuesto no había forma de pasar nada por los tubos corrugados porque no cabía ni un pelo, estaban todos ocupados después de tantos años de reformas en la casa. Entonces la cosa se puso más seria, tuve que decir la frase que más matrimonios ha destrozado en la historia:

  • «Cariño, creo que voy a tener que hacer una regola en la pared»

Porque ya me dirás tú cómo hago llegar un cable desde la caja de registro hasta un punto indeterminado del techo del salón, sin tubos ni nada. Ahí había que meter la piqueta y empezar a abrir techo y paredes.

Entonces fue cuando me lo quise tomar como si fuera una actividad de coaching, esas que te lleva tu empresa a una casa rural con el resto del equipo, para que hagáis alguna actividad especial, algún juego donde haya que superar un desafío, etc.

El ventilador del techo iba a ser mi coach, iba a ayudarme a ser mejor, a superarme, a encontrar mis debilidades y fortalecerlas para lograr el objetivo. Eso o acababa durmiendo en el sofá durante una temporada, no había término medio.

Empecé encontrando mis debilidades: no tengo ni puñetera idea de electricidad. Pues esa es fácil, recurriremos de nuevo a la Universidad de Youtube donde hay muchos electricistas jubilados que explican de forma maravillosa cómo se saca una acometida de la caja de registro. De paso aprendí que las regletas no se usan como lo hacemos la mayoria de nosotros, también aprendí un poco de la normativa básica de instalaciones… Y empecé cambiando las viejas regletas por las modernas fichas de conexión rápidas. Qué maravilla de invento, en 20 minutos dejé la caja de registro que no la mejora ni el barbas de Bricomanía.

Después de hacer sitio y descubrir hasta dónde llegaba cada uno de los cables, pude sacar una línea nueva que llevaría la electricidad hasta el ventilador. Lo difícil era cómo llevo yo esa línea hasta el lugar deseado, que estaba como a 2 metros de cualquier otro orificio en el techo. Ahí me vi que no me iba a quedar más remedio que abrir agujeros en el techo. Pero volví a pensar en el ventilador-coach, no me podía rendir tan fácil buscando la solución más simple. Había que darle más vueltas a la cabeza porque seguro que había más posibilidades.

Así que comencé a analizar la situación, las limitaciones, lo que no se podía evitar de ninguna forma y lo que era difícil pero no imposible. Y lo primero que encontré fue que si pudiera ver lo que había en el falso techo ya tendría ganado medio trecho. Para eso tenemos a nuestro amigo Jeff Bezos que no dudó en enviarme desde su tiendecita una cámara endoscópica que pude introducir por el agujero de uno de los focos halógenos y ver qué había ahí arriba. Sólo faltaba el tesoro de un pirata, ahí arriba había cables de todos los colores, tubos corrugados, restos de bombillas viejas, pelusas del tamaño de mi cabeza y restos de organismos que en algún momento estuvieron vivos.

Ya sabía cómo era el terreno de juego, mi enemigo se iba quedando sin armas secretas y mi victoria se acercaba cada vez más. Porque lo siguiente lo conseguí con un alambre de 4 metros que apareció en casa de no sé qué otra reforma. Bueno, con el alambre y 2 días de paciencia y miles de intentos hasta que logramos hacer llegar el alambre a la caja de registro (os ahorraré los insultos y discusiones que hubo durante el proceso, nadie dijo que sería fácil).

Ese momento en el que logré pasar el cable y lo agarré con la punta de los dedos fue como decir «te cogí». Los agarré con la fuerza de mil titanes, no los dejaría escapar porque lo había logrado. Había vencido al ventilador-coach y no dormiría en el sofá.

Mientras escribo esto estoy mirando al techo y disfruto de lo chulo que ha quedado el ventilador.

Le acabo de preguntar a mi mujer si tenía 100% de confianza en que lograría poner el ventilador sin tener que acabar llamando a un electricista y un albañil. Su respuesta literal ha sido:

  • «Que acabarías poniendo el ventilador lo tenía seguro al 100% porque eres un cabezota y logras todo lo que te propones. Pero que dejarías el techo y las paredes llenas de agujeros, también lo tenía al 100% seguro«.

Esta experiencia con mi coach-ventilador (ahora le llamo Venti de forma cariñosa, ya somos colegas) me sirvió para descubrir muchas debilidades y carencias. En mi mano estuvo superarlas o rendirme. Las herramientas están al alcance de todos y gratis, sólo hay que tener ganas y tiempo.

El hecho de haberlo logrado por mis propios medios, haber encontrado una solución más compleja, diseñar una estrategia y que funcionase (pese al trabajo que supuso) me ha enseñado que soy capaz de superar objetivos complejos. Sólo necesito focalizarme en descubrir lo que es difícil pero no imposible de conseguir, buscar una estrategia que pueda funcionar, conseguir las herramientas que necesite, formarme en caso necesario y no tener miedo a acabar durmiendo en el sofá si sale mal.

Espero que algún día tú también tengas que enfrentarte a tu propio ventilador de techo y logres vencerle.

O acabarás durmiendo en el sofá.

3 respuestas a «Lo que aprendí instalando un ventilador de techo»

  1. Avatar de Manu Mateos

    Aprovechando que reformé mi casa hace no mucho tiempo aproveché para colocar uno. El ventilador de techo fue, literalmente, la mejor y más barata inversión que he hecho en mi casa. En el despacho y el salón tengo pensado poner aire acondicionado (son estancias pequeñas que, bien cerradas, se refrigeran rápido), pero en el dormitorio me parecía mejor idea poner uno de estos para tenerlo funcionando por la noche sin tantos ruidos. Cuando llegue el verano veré si me sirve para soportar el verano extremeño.

    1. Avatar de cavalleto

      Hombre Manu, la calor de Extremadura es tremenda, no tendrás suficiente. Pero es genial cómo ayuda. Y como tú dices, la relación coste y prestaciones, es insuperable.

      1. Avatar de Manu Mateos

        Con poder pasar la noche me conformo, la verdad. 😃

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