La erótica del anonimato


El otro día leí en alguna parte una frase que me dejó pensando:

Conozco tantas cosas sobre ti que ya no me despiertas interés

Lo quise interpretar como una crítica a las redes sociales y a la sobreexposición personal. Quizás es que ya me estoy convirtiendo en un señor mayor y todo lo interpreto como una crítica a las RRSS, pero ya he vivido en varias ocasiones esta situación. Un compañero te va a contar lo que hizo el fin de semana pero tú ya lo sabes porque lo has visto en su perfil de Instagram. Luego te quiere contar lo que comió en tal restaurante y tú ya lo sabes porque lo compartió en Twitter. Y cuando te quiere enseñar las fotos de su último viaje en bicicleta, pues más de lo mismo.

Llegas a la conclusión de que lo sabes todo sobre esa persona (de su vida actual) y pierdes interés en charlar con ella porque poco más te puede contar que tú ya no hayas podido ver con tus propios ojos.

Ahora llevemos al otro extremo la situación. Una persona de la que no sabes nada por RRSS, que no comparte fotos personales, que no sabes dónde vive, qué coche tiene, qué come, qué lugares visita de vacaciones… No me digas que eso no despierta cierto interés en ti. Quizás no lo comparte porque es un puto sociópata que odia al mundo y todos los que estamos en él. Pero al menos a mi me genera cierto interés en conocer a alguien que no quiere compartir lo que hace en su vida.

El morbo de lo desconocido

Lo he llamado «la erótica del anonimato» por dos motivos, primero porque así sabía que leerías este post. Y segundo porque creo que es cierto, creo que ese interés en personas anónimas puede generar algo parecido a la erótica, al «deseo» de conocerla.

A mi hija le he recalcado desde bien pequeña que fuera muy celosa a la hora de exponer su intimidad con extraños, le expliqué los peligros de vivir sobreexpuesta en las RRSS. De que una foto tuya publicada en internet ya nunca más será tuya y pierdes por completo el control sobre ella, sobre lo que pueden hacer con tu imagen ahora o en el futuro. Le enseñé muchos casos dramáticos, no para traumatizarla, pero sí para que vea hasta dónde puede llegar una situación que se escapa de tu control.

No le he dicho que las RRSS sean el infierno y los que las usan sean todos unos pecadores. Pero sí le digo que disfrute su consumo pero que no las alimente con su vida personal. Que si alguna vez visitamos un lugar o comemos algo guay, lo disfrute con sus cinco sentidos, que no viva pensando en dejar recuerdos para gente a la que no conoce de nada. Personas a las que tu vida les importa poco más allá de los segundos de entretenimiento que les ofrece verte en su red social favorita.

Nos empeñamos en crear recuerdos para gente extraña

Es mucha presión para un adolescente pero parece que ella está satisfecha. A día de hoy lo hace de forma voluntaria y valora el hecho de que poca gente sepa lo que hace a diario. Yo le digo que dentro de unos años valoraremos mucho ese anonimato, habrá gente que pagará por recuperarlo y borrar todo su rastro. Sólo hay que ver el coste que supone a nivel reputación personal o de oportunidades laborales. La de gente que se ha quedado sin trabajo porque alguien sacó a la luz lo que publicó en redes hace años cuando era un niñato que no filtraba lo que decía públicamente.

El último caso que he conocido es el del compositor de la ceremonia de Tokyo 2020. Ha dimitido porque alguien sacó a la luz mensajes suyos en redes sociales de hace muchos años en los que presumía de haber hecho bullying a compañeros discapacitados. No mostraba ningún arrepentimiento y encima lo hacía público en redes. Han pasado los años y al final la mierda sale a flote. Por suerte, en algunos casos nos ayuda a descubrir lo podrida que está la gente por dentro. Pero todos hemos dicho burradas siendo jóvenes, en mi caso agradezco que no hubiera redes sociales cuando era un niñato porque he dicho bestialidades que hoy en día reconocería como lenguaje sexista y racista.

También me avergüenzo de algunos posts que he publicado aquí hace años, cuando tenía una forma de pensar diferente, tan diferente que hoy en día me producen bochorno. Pero esto es mi blog y tengo control sobre lo que se publica (y se borra). No es lo mismo que exponer tu imagen personal (o al menos eso quiero creer).

Así que como nunca sabes cómo de cretino pudiste llegar a ser siendo adolescente lo mejor es mantener un perfil bajo en redes. Exponer lo mínimo de tu vida, reducir al máximo la exposición de tu imagen propia y guardarte para ti todas tus experiencias. Luego cuando crezcas y seas mayor serás una persona muy interesante con la que tener un rato de conversación.

Y recuerda que pocas cosas enamoran más que una persona con la que puedes tener conversaciones interminables.

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