En la empresa donde trabajo hemos sufrido durante el último mes una paradoja sin explicación moralmente plausible.
Resulta que uno de mis compañeros ha decidido dejar el trabajo porque el horario no le convenía. Viendo cómo está el mercado laboral a mi personalmente me ha parecido una temeridad por su parte, pero es un chico joven y creo que tampoco tiene necesidad de atarse tan pronto a un trabajo.
La paradoja la hemos encontrado cuando leemos que el paro está subiendo, que el euribor está asfixiando a las familias pero después de 30 días ninguno de los 8 candidatos que han pasado por la empresa les interesa quedarse con el puesto.
Vale que es una jornada de tarde, pero el sueldo está muy por encima de los mileuristas y tienes muchas ventajas (fines de semana libres, vacaciones en agosto y navidad…) que en otras empresas no podrías ni imaginar.
El caso es que la situación se ha vuelto tan desesperada que tendremos que jodernos (especialmente yo) y cubriremos ese hueco entre nosotros mismos hasta que encuentren a alguien que quiera trabajar.
Por este tipo de situaciones es por las que yo me cabreo cuando escucho a la gente decir que no hay trabajo. Cierto que no siempre encontrarás trabajo en lo que estudiaste o en lo que más te guste, pero de ahí a decir que no hay trabajo hay un trecho.
Hay situaciones difíciles de entender, como por ejemplo que haya agricultores que reciben ayudas por sus cultivos y jornaleros que cobran subsidios por desempleo, pero luego haya cosechas que se pudren por falta de mano de obra para recogerlas.
Resulta que estamos pagando ayudas a jornaleros que no trabajan por motivos desconocidos y por otro lado tenemos los campos llenos de mano de obra extranjera ilegal, explotada, que trabaja por sueldos de mierda.
Aquí hay algo que no cuadra en todo ésto…
En realidad hay miles de jornaleros que una vez completados sus jornales mínimos para cobrar el PER dejan de ir al campo a trabajar. En esas situaciones los agricultores recurren a lo que sea para sacar adelante sus cosechas, ya sea de forma legal con la contratación en origen, o bien de forma ilegal dándole trabajo a los inmigrantes ilegales que necesitan trabajar para comer.
Una sociedad del bienestar no es una sociedad que alimenta a vagos, sino que te asegura que estén siempre cubiertas todas tus necesidades.
Hacer el vago no es una necesidad, es un pecado y una lacra social.
Pues eso, está visto que en toda Barcelona no hay nadie que quiera trabajar en mi empresa y nos tenemos que joder entre todos para cubrir ese hueco mientras tanto.
Y ahora que me venga alguien a contar sus historias sobre el desempleo, que me voy a reír un rato.
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