Todo aquello de la conversación distribuida quedó atrás, el ruido hace que Twitter ya no merezca la pena, hay tanta morralla que sacar algo interesante requiere esfuerzo y no genera la ilusión de antaño. Toca buscar alternativas y por ahora apuesto a Telegram como mi próximo caballo ganador, aunque con mi fama bocachancla no puedo descartar que desaparezca el año que viene.