Náufragos en busca de un enchufe

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Me hizo gracia la situación: en una cafetería en una zona turística de Barcelona, echando un café con unos amigos, sentados en una mesa al azar, cerca de la terraza.

Se me acerca una chica y me dice en inglés que si podíamos cambiarle la mesa por la suya. Nos miramos todos y al principio pensamos que era alguna broma, pero después de las risas le dijimos que sin problema, que era toda suya.

No dijo el motivo pero no tardamos en descubrirlo.

Justo en la pared donde estaba nuestra mesa había un enchufe, no estaba a simple vista, quedaba a la altura del tobillo. Pero parece que ella sí que lo había visto desde su mesa.

Se sentó con su capuccino, sacó un cargador Samsung y comenzó a cargar la batería de su móvil. Bravo por ella, una chica con recursos. Si nos hubiera dicho el motivo a lo mejor le habríamos vacilado diciendo que el enchufe no funcionaba o alguna broma de este tipo.

El caso es que esa tarde estuvimos un par de horas en la cafetería y al menos 4 personas le pidieron a la chica si podían cargar su móvil en su enchufe. Una incluso venía con un enchufe múltiple para conectar varios cargadores.

Lo más divertido era ver sus caras, como náufragos que ven pasar al barco que les salvaría de la isla desierta. Un enchufe les permite seguir vivos.

Evidentemente eso dio pie al debate entre nosotros, sobre la enorme dependencia de los smartphones, lo caros que son y que todavía no logren encontrar una tecnología para que las baterías duren días y días.

En realidad los móviles cada día usan mejor las baterías, pero es que cada vez le exigimos más a estos dispositivos. Cualquier móvil chino te ofrece 5-6 horas de pantalla, eso es una barbaridad si lo comparas con los primeros smartphones que tuvimos en el mercado hace 10 años. Es más, yo defendía que si tienes un smartphone que te dura la batería 2 días es que no necesitas un smartphone, porque no lo usas a diario lo suficiente para justificar esa compra. Otros decían que no sale de casa nunca sin el cargador, otros que llevaban incluso baterías de reserva en la mochila…

Lo que estaba claro es que nadie aceptaba la posibilidad de quedarse un día entero sin batería. Somos esclavos, pero esta vez ya no llevamos la cadena con la bola, ahora arrastramos un cable conectado a una pantalla.

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