Por qué no necesitas comprar un smartwatch ahora

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Hoy leerás muchos posts relacionados con la salida al mercado (en España) del Apple Watch. Como siempre que Apple lanza algo al mercado los usuarios se posicionan entre fanboys y haters, entre los que sólo ven ventajas y los que piensan que es pura basura. A estas horas seguro que ya has leído varios de esos posts, donde se enumeran las ventajas de tener un reloj inteligente hecho desde el punto de vista de Apple, capaz de revolucionar la tecnología en cada gadget que lanza al mercado.

Este post lo puedes meter en la lista haters aunque la verdad, es un post realista, basado en la experiencia de uso y que analiza lo que ofrece hoy en día un dispositivo como este, las necesidades que tenemos y si son capaces de satisfacerlas, pasando por encima de parámetros tan subjetivos como el precio. Y que conste que hace ya dos años que pienso que estos dispositivos saldrían de forma masiva al mercado, pero algo sigue verde, muy verde.

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A los de mi generación le pilló la informática en forma de pequeños ordenadores como los Spectrum Sinclair, Commodore, Amstrad. Podías jugar de forma básica y descubrir lo que era programar. Pero sin conexión a internet eran dispositivos muy limitados, muy básicos. Hoy ni los niños más pequeños usarían algo así.

Yo sufrí un fuerte rechazo hacia ese tipo de informática, mi experiencia con Spectrum tiene ahora más de nostalgia que de otra cosa. Tuve un Spectrum Sinclair II y no le saqué ni el 50% de rendimiento. No tuve feeling, no me gusta picar código y no tenía paciencia para escribir docenas de páginas y que un simple error al escribir una orden me jodiera todo el trabajo. Abandoné los ordenadores hasta muchísimos años después, cuando ya estaba el Pentium III en el mercado.

Los que hoy se animen a comprar un smartwach pueden tener una experiencia similar, puede que acaben dando la espalda a esa tecnología porque es inmadura, incompleta y quizá no cubra ninguna necesidad actual.

Partimos de la base de que un reloj inteligente no es independiente, necesita de la nave nodriza de un Smartphone. Es decir, requiere una inversión económica considerable. Parece poca cosa, pero para mucha gente ya es un esfuerzo considerable adquirir un iPhone 6 como para añadirle el coste de un reloj por 400 euros más. Si algo bueno tuvieron los móviles fue que te daban independencia de un ordenador de escritorio, internet y todas las apps iban en tu bolsillo, dándote libertad absoluta. Con un smartwatch no tienes todavía esa experiencia.

Mi experiencia con estos dispositivos ha comenzado con un modesto Pebble, un smartwatch nacido de un proyecto Kickstarter que recaudó diez millones de dólares y que ya ha lanzado su tercer modelo. Su filosofía es algo diferente a la de Apple, Samsung, Motorola y el resto de fabricantes. Su función es más como una pulsera que monitoriza tu actividad física con un excelente sistema de notificaciones. Poco más.

Tienes cientos de apps, pero la mayoría son muy poco productivas por las limitaciones de la tecnología que utiliza el Pebble. Al final lo acabas usando para recibir en tu muñeca los avisos de cuando te llega algún mensaje en redes sociales o un correo. Lo puedes leer, borrar y contestar de forma abreviada usando las respuestas modelo programadas.

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Buena pregunta. Yo tenía claro qué buscaba en el Pebble cuando lo compre: un notificador de mensajes para no tener que sacar del bolsillo el móvil en el trabajo. Además le doy uso como monitor de actividad física, controlar Spotify en el móvil, despertador inteligente (adaptado a mi ciclo de sueño) y poco más. Como decía hay muchas apps, pero en realidad son pantallas de lo que sucede en tu móvil. En la vida se me ocurría usar el reloj para contestar una llamada, ni para hacer fotos, no lo necesito. Pero si que buscas un asistente que te ofrezca la información más primordial, que no requiera tu atención a menos que sea necesario (aquí hay mucho por hacer, sistemas que filtren como Inbox de Gmail las notificaciones y te avisen de sólo las importantes).

Ahora mismo si te compras un Apple Watch es como si te pusieras un iPhone 1 en la muñeca. Tienes las mismas limitaciones y la madurez de la tecnología es similar. Falta todavía muchísimo para que compense tener algo así en la muñeca.

Y no entro en analizar algo tan fundamental como la personalización de los relojes. Los smartwatches incluyen pulseras de recambio para personalizarlos, pero al final todos llevaremos lo mismo en la muñeca. En la actualidad hay miles de relojes diferentes que te sirven de complemento de moda e incluso te dan algo de personalidad. Eso se puede ir perdiendo cuando lo único que cambie sea el color de la correa.

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Por la misma razón por la que hoy todos usamos un Smartphone. Pero para que llegue ese momento todavía faltan algunos años. Y porque cada vez usaremos menos la opción de teléfono de nuestro smartphone y más otros sistemas de comunicación. Necesitaremos un dispositivo que no nos haga esta sacando a cada momento el móvil del bolsillo, pero que no sea sólo una pantalla de notificaciones.

Y no sólo por eso (al final es una tontería relacionada con la comodidad), también porque llevaremos en la muñeca el dispositivo más potente que hayamos tenido nunca. Un ordenador en miniatura pero que no intente ser otro mini PC como fue el móvil. Tendrá aplicaciones avanzadas que nos acompañe todo el día, ya sean con fines médicos, profesionales o por puro entretenimiento.

Imagina un smartphone sin necesidad de tener que sujetarlo con la mano, que no importe el tamaño de la pantalla y que se adapte a tu uso diario. Eso será el futuro del smartwatch, pero el presente es todavía muy inmaduro. Si te lo compras no hace falta que pongas excusas, lo haces por la novelería, no por el uso intensivo que le vas a dar.

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