Del patriotismo dopado al chovinismo cínico

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En todos los deportes existen métodos de dopaje. Absolutamente en todos. Lo que ya no está tan unificado es el nivel de exigencia a la hora de prohibir el uso de sustancias o técnicas dopantes. En la NBA hay un absoluto consentimiento al uso de hormonas y esteroides, así como la inexitencia de controles de drogas de consumo. No digo que no se hagan controles, sólo aclaro que hay consentimiento y que ante un positivo las cosas se lavan de puertas para dentro.

En España tenemos grandes especialistas de sustancias y técnicas dopantes, no en vano el nivel de la ciencia relacionada con la bioquímica en nuestro país está entre los primeros del mundo. Aquí ya se usaban técnicas dopantes cuando en otros países ni se conocían, como por ejemplo el uso de hipnosis para lograr en los deportistas, de deportes basados en la resistencia, que siguieran luchando pese al dolor y el agotamiento físico.

Dicho esto, ¿con qué argumentos se puede defender a un deportista que tiene en su organismo sustancias dopantes aunque sea en bajas concentraciones? Podemos entrar a valorar que el análisis que se le hizo fue mucho más riguroso de lo habitual, que las técnicas se reprogramaron para detectar picos menores de concentración de los que se suelen valorar en el ciclismo. Otra cosa sería volver a debatir sobre los límites biológicos en la presencia de sustancias dopantes. No es lo mismo tener el hematocrito alto que tener EPO sintética. Pero en ambos casos se le acusa de dopaje al deportista. Uno es un marcador fisiológico que suele rondar entre valores obtenidos de una media poblacional, lo que no significa que tú de forma natural no puedas tener el hematocrito por encima de la «tolerancia». Lo que ya no se sabría explicar es cómo llega EPO sintética a tu organismo si no has sido tú el que ha intervenido en el proceso de dopaje.

En el caso de Contador podemos hablar de una indefensión por parte del deportista, que es el único caso legislación donde un culpable tiene que demostrar su inocencia y no a la inversa. Que esa concentración de clembuterol es insuficiente para provocar reacciones en el organismo y que sumado al control exhautivo al que se le ha sometido tiene pinta de ser todo una encerrona.

Pero de ahí a hacer esa sanción una causa nacional dista un enorme trecho. Recuerda la frase de «Greg House»: Todo el mundo miente.

Y ya la que se ha formado con los guiñoles del Canal+ France me parece una locura. Todos los que critican esa broma estoy seguro que no han visto nunca los guiñoles cuando se emitían en España. Han hecho bromas más ácidas que la de las jeringuillas, pero hemos mezclado el patriotismo con la envidia y el chovinismo. De ese coctail nunca puede salir nada bueno.

Lo único preocupante en este caso, al menos para mi, es que haya otros corredores que estaban bajo sospecha y que salieron vivos de las investigaciones de la UCI. Todo el mundo te contaba en el laboratorio que Induráin se retiró cuando comenzaron a hacer los controles de EPO sintética; que Lance Amstrong con la excusa de los efectos secundarios de la quimioterapia se metía de todo y por eso comenzó a ganar carreras como nunca antes lo había hecho; que Richard Virenque, el último gran ciclista galo se ponía hasta el culo de todo y acabó echo polvo tomando prozac como el que bebe agua del grifo. Y ya no nombraremos a Pantani, Xaba Jiménez… todos víctimas de las depresiones fruto del abuso de sustancias dopantes.

Lo que hay que exigir es igualdad y derecho a la defensa de un inocente. Todo lo demás, absolutamente todo, lo de un bando y lo del otro, sobran en este tema. O al menos así lo veo yo.

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