Her: La inexplicable pasión por lo Vintage

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Hace poco disfruté viendo la película «Her«, y eso que estuve dudando durante semanas si verla o no por miedo a que me defraudase. Había escuchado hablar tanto (y tan bien) de ella que temía otro fiasco. Por suerte no fue así, disfruté mucho con toda la película, la historia, la ambientación y la atmósfera que logra crear Spike Jonze, y eso que no considero que haya inventado nada, pero el resultado es lo que importa. De hecho en cuanto comenzó la película me recordó mucho al ambiente que se respiraba en «Lost in Translation«, de hecho muchos planos se repetían para transmitir la misma sensación de soledad del protagonista.

No entraré en detalles sobre la trama de «Her«, pero si haré mención a un detalle: en el futuro que dibuja la historia de «Her» la tecnología es invisible, pero a su vez muestra cómo la gente aplica esa tecnología a objetos con diseño vintage. Es decir, ¿para qué tener una pantalla plana con aspecto de un simple espejo cuando la puedes tener dentro de un marco de madera con diseño de los años 50?

«Her» está ambientada en Los Ángeles (EE.UU.) en el año 2025, un futuro no muy lejano. Toda la decoración que podemos ver está influenciada por los grandes diseñadores de los 50-60 del s.XX. Y el protagonista es un hipster en toda regla, con sus pantalones «sobaqueros» de lana, su bigote, sus gafas de montura redonda de carey y su ukelele. Todos sus muebles son de diseño de los 50-60, todo tiene un aire tan vintage que despierta en el espectador una cierta melancolía que ayuda a empatizar con un tipo que cualquiera podría considerar chalado por enamorarse del sistema operativo de su ordenador.

Spike Jonze, pasando por encima de la trama de la historia, deja varias frases en forma de diálogos que refuerzan su intención de reivindicar lo vintage. Hay una frase que me gustó especialmente,

[box type=»bio»] El pasado es una historia que nos contamos a nosotros mismos[/box]

Esa puede ser precisamente la explicación de que exista esa pasión por lo vintage. De alguna forma mitificamos nuestro pasado, mucho más si ni siquiera lo llegamos a vivir pero si que lo escuchamos contar de nuestros padres y abuelos. Y eso se produce sobretodo cuando la sociedad en la que vivimos se estanca en una crisis económica que acaba afectando a los creadores, que no tienen apoyos para seguir innovando, lo que hace que se recupere tendencias del pasado que ya demostraron su valía.

Aquí en España estamos viviendo otro fenómeno similar con el libro «Yo fui a EGB«. Un compendio hecho a base de fotos de objetos que todos recordamos de nuestra infancia, cuando sólo había dos canales de televisión y las influencias culturales eran más homogéneas. Ahora es imposible que se repita algo así, cada niño consume sus contenidos desde mil fuentes diferentes, lo que hace difícil que dentro de 25 años todos recuerden una misma serie, un mismo juguete o un mismo juego con la misma nostalgia que hoy lo hacemos los que crecimos en los años 80-90.

Pero eso no será impedimento para que se repita de nuevo un fenómeno vintage como ahora. En la próxima crisis que vivan nuestros hijos en primera persona, recuperarán las influencias del pasado, tal vez no repitan con la época de los 50-60 y vayan más atrás, quien sabe si se recuperará el look de los locos años 20. Imagina a los futuros hipsters vestidos con frac y sombrero de copa… No me lo quiero perder.

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