Ronald Pemberton, de 83 años, utilizó su coche para empujar a un Ford Ka que había aparcado delante de su garaje. Este hecho no se habría convertido en noticia si no hubiera sido grabado con una cámara de seguridad, lo que le ha costado que las autoridades inglesas le retiren el carnet de conducir durante un año (y un multazo de los gordos).
Desde aquí le envío todo mi apoyo a Mr. Pemberton porque simplemente ejerció su derecho a sacar su coche de su garaje. El otro conductor incivilizado además quedó ante la opinión pública como una pobre víctima indefensa, pero en realidad lo que se merecía era que le hubieran quemado el coche.
Conocí a un vecino que una noche tuvo una experiencia similar. Su mujer sufrió un cólico nefrítico y tenían que salir pitando para el hospital. Al abrir la puerta del garaje había un coche aparcado en el vado (por el que paga impuestos). Llamó a la grua y le dijeron que como estaban en fiestas no daban servicio. Ni se lo pensó, pisó a fondo el acelerador y con la porra de remolque que llevaba su coche envistió al «okupa», dejándolo en mitad de la calle y con la puerta destrozada. En este caso no hubo cámara de seguridad y nadie reclamó nada.
Una lástima que sucedan estas cosas, que se proteja al que abusa de las libertades ajenas haciendo siempre lo que le viene en gana. El tipo del coche se merece un castigo mucho mayor que el pobre anciano. Imaginaos por un momento que el señor Pemberton necesitara salir con el coche por una urgencia médica de su esposa. Qué habría pasado?
Lo más lamentable fue que la jueza le dijo que en esos casos hay que dejarle una nota en el coche infractor y luego tener unas «palabras» con el propietario.
Lamento estar en contra de la opinión de la jueza. En estos casos habría que hacer siempre lo que hizo el señor Pemberton, seguro que eliminaríamos de raíz la mala costumbre de aparcar en vados y en doble fila.
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