Esta semana tenía pensado escribir un poco sobre el cambio de ministros, sobre el pedazo de gilipollas que está ocupando el sillón de alcalde en Valladolid, sobre las huelgas de Francia… Pero haciendo un resumen mental de las cosas que tienen en común encontré una que me llevó a una duda ética.
Hasta qué punto llega la responsabilidad de los votantes en los actos cometidos por los políticos que eligieron.
Lo comenté ligeramente por twitter y varios amigos me contestaron rápidamente que el votante no tiene ninguna responsabilidad. Pues si te soy sincero no estoy en absoluto de acuerdo. No diré que «el que la hace la paga» pero creo que ha llegado el momento de hacer objeción de conciencia (como cuando hacíamos la catequesis) y reconocer que la culpa de que un político esté llevando el país a la ruína es de los votantes que lo pusieron en ese puesto.
Que estoy exagerando? Será tal vez que nunca se había planteado la responsabilidad del elector sobre el gobernante. Pero al menos moralmente siento vergüenza y decepción. Si, en serio. Si cuando voto a un alcalde y luego resulta que el tío es un sinvergüenza, corrupto y que no cumple ninguna de sus promesas electorales, el máximo responsable siempre seré yo (bueno, yo y los miles de gilipollas que le votaron, claro está).
Pero por qué nunca se usa este argumento? Sería sencillo a la hora de argumentar en contra de una crítica política. Que alguien lo está haciendo fatal? Pues la culpa es de los electores, que en las próximas elecciones se piensen mucho a quien votar y que no vuelvan a repetir candidato.
Suena a coña, verdad? Suena tan absurdo y utópico que por fuerza debería ser la mejor opción moral. Si votas a alguien que lo hace mal, en lugar de usar argumentos vacíos como el de «los otros lo harán peor» se debería decir «en las próximas elecciones a éstos no les vuelvo a votar».
Te imaginas la fuerza que tendrían los votantes si tuvieran esta actitud? Si, sin duda esta forma de actuar entra en contradicción con los ideales políticos, pero eso se arregla si hubiera más de un partido con similar ideología, algo que falta en España donde sí hay algo de mayor diversidad en la Izquierda pero en la Derecha se prima el monopolio.
Si actuásemos así también habría que cambiar la ley electoral y convertir a cada persona en un voto, no como ahora que la Ley de D’Hondt manipula de tal manera los resultado que provoca paradojas tan surrealistas como que el PNV necesite sólo 51.000 votos para lograr un diputado mientras que Izquierda Unida necesita 200.000 votos para tener un solo representante.
Hasta que no llegue ese momento en el que cada persona valga un voto no se podría a asumir la responsabilidad personal con los políticos a los que votamos. Ahora la cosa está tan bien organizada por su parte que sería asumir excesiva responsabilidad cuando los propios partidos hacen y deshacen a su antojo con los votos conseguidos.
Vale, lo siento, es un poco tostón el post, pero me parece un debate interesante y me gustaría conocer tu opinión.
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