Este tipo de iniciativas son impensables en nuestro país, pero fuera de la cultura judeocristiana el sentido de la vergüenza varía mucho, hasta el punto de desconocer el significado de la «vergüenza ajena». Por eso se atreven a hacer este tipo de videos colaborativos, para captar la atención de los espectadores de Youtube y dar a conocer su mensaje de apoyo a las enfermas de cáncer de pecho.

No sé si sirve de algo este tipo de videos, pero al menos el fin justifica los medios. Seguro que los que mejor se lo pasaron fueron los propios trabajadores del hospital, viendo bailar a su jefa o alucinar con el ritmo que tiene el abuelo del servicio de limpieza.

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